30.4.09

Día de la Tierra


(22-04-2009) Hoy se conmemora el Día de la Tierra. Seguramente algunos líderes políticos darán discursos encendidos y políticamente correctos –si, los políticos pueden hacer eso y mucho más- acerca de la importancia de cuidar el medio ambiente y de las acciones que si gobierno está desarrollando para ello, o de lo que el gobierno de turno no está haciendo pero su partido si haría si tuviera el poder.

Pero hoy no voy a preocuparme por las mentiras –nuevas o viejas- que nos dicen. Hoy quiero contarles que cosas podemos hacer nosotros, los de a pie, para cuidar nuestro planeta. No son acciones complicadas ni costosas. Solo es cuestión de, en algunas, tomarse un minuto y otras, ni siquiera requieren ese esfuerzo.


AGUA El agua potable es un bien escaso. Es cierto que muchos nosotros –aunque no la mayoría- contamos con agua corriente en nuestros domicilios. Que tenemos la enorme suerte de abrir una canilla y que salga un chorro, con más o menos presión, continuo de agua. Pero no todos tienen esa suerte. Y no necesitamos pensar en África, ejemplo de la más terrible pobreza. Tampoco, en mi país, necesitamos pensar en el norte, donde se encuentran las provincias más pobres y carenciadas. Basta con caminar unas cuadras, si unas pocas cuadras, para encontrar un barrio donde, en el mejor de los casos, cada día las familias deben caminar hasta la canilla comunal para poder llevar agua potable a sus casas.


Y nosotros, los privilegiados, ¿qué hacemos? Dejamos correr el agua mientras nos lavamos los dientes. Hablamos por teléfono, o tendemos la cama, o elegimos la ropa que vamos a utilizar ese día mientras la ducha está abierta. Dejamos que la canilla de la pileta gotee…y gotee… y gotee…

Seguramente podría poner mil ejemplos más de derroche, pero creo que la idea ya se entendió.

Pensemos en los litros de agua que desperdiciamos cada día y en las personas que no tienen acceso a ella.


Es muy fácil cuidar el agua: cerremos la canilla cuando no la estemos usando y arreglemos las pérdidas.
BOLSAS PLÁSTICAS Las bolsas plásticas –las que nos dan en los supermercados y en tiendas de todos los rubros- son muy prácticas y muchas veces las acumulamos en casa a la espera de necesitarlas. Hasta que un día nos encontramos con una cantidad increíble, que amenaza con taparnos. Ese día decidimos ponerlas todas – o una gran cantidad – dentro de una bolsa más grande y tirarlas a la basura. Listo. Nos libramos de ellas. ¿Nos libramos de ellas?

Esas bolsas terminan en un basurero. Por lo general a cielo abierto (es decir que los desechos no se entierran sino que se hacen montañas, grandes montañas, con ellos). Por distintas razones, las bolsas que utilizamos para la basura se rompen y el viento las lleva –enteras o sus restos- hasta un campo donde un animal la come y muere asfixiado. Las lleva hasta un río y contamina el agua. Las lleva hasta una ciudad y tapa las bocas de tormenta, con el consecuente riesgo de inundación ante una tormenta.

¿Qué podemos hacer al respecto? Fundamentalmente dos cosas, disminuir el uso de bolsas plásticas y reutilizar las que tenemos.
Una buena manera de disminuir el uso de bolsas plásticas es rechazar las que nos entregan en los comercios cuando realmente no las necesitamos. En este sentido las mujeres corremos con ventaja, hay muchas cosas que podemos poner en la cartera en lugar de cargar con una bolsa. Si no es así, el resultado de la disminución de bolsas circulantes bien vale el esfuerzo.
¿Compramos una gaseosa en el kiosco para tomar en el momento? No necesitamos la bolsa. ¿Compramos cosas en dos locales distintos –por ejemplo la verdulería y la panadería- y lo que compramos en el segundo cabe en la bolsa del primero? No necesitamos la bolsa.

Hay cientos de situaciones en las que no es necesario que nos llevemos la bolsa que nos ofrecen. Estemos atentos.

Otra manera de disminuir el uso, es utilizar las bolsas completando su capacidad máxima.

Reutilizar las bolsas plásticas para la basura o llevando nuestra propia bolsa para hacer compras es la parte más sencilla.

En otro post les cuento sobre el reciclado.

7.7.07

Juicio a Von Wernich


El jueves 5 de julio comenzó el juicio a Christian Federico Von Wernich, ex capellán de la Policía Bonaerense y confesor de su jefe Roberto Camps, durante la última dictadura militar argentina.

En el primer juicio oral y público en el que se juzgará a un representante de la Iglesia por su participación en crímenes de lesa humanidad cometidos durante el terrorismo de Estado, el sacerdote está acusado de haber participado en siete homicidios, 31 casos de tortura y 42 secuestros, delitos cometidos contra personas que estuvieron secuestradas en Puesto Vasco, COTI Martínez, Pozo de Quilmes, Comisaría 5° de La Plata y la Brigada de Investigaciones de La Plata.

De acuerdo con la acusación fiscal, “el imputado tuvo una conspicua intervención en los centros clandestinos de detención, torturas y eliminación de personas”, que comandaba el ex jefe de la Policia Bonaerense Ramón Camps, secundado por Miguel Etchecolatz -condenado por crímenes de lesa humanidad en el marco de un genocidio en septiembre del año pasado. Ver Condena a Etchecolatz.

Von Wewrnich "desplegaba una actividad física voluntaria y consciente, dirigida a procurar el quebrantamiento de la voluntad de las víctimas, obtener información, y desalentarlos de buscar ayuda y con ello aseguraba los fines perseguidos por la dictadura militar". También les impuso "tormentos psicológicos y morales a los prisioneros", sostuvo el fiscal.

La actividad que desarrollaba Von Wernich en los centros clandestinos era de suma importancia: procuraba obtener detalles de las actividades de los detenidos a través de la confesión o los “asistía espiritualmente” para que se quebraran. Simulando su intención de confortar a las víctimas de la tortura, su discurso se volvía feroz cuando no conseguía la información que buscaba: “la vida de los hombres depende de Dios y de tu colaboración” se escuchó que respondía a un detenido que rogaba por no morir.

El sagrado secreto de confesión era diariamente vulnerado por el sacerdote quien volcaba la información a sus mandos superiores en la Policia Provincial.

Los relatos de sobrevivientes y de miembros de la fuerza policial ante la Conadep son estremecedores.
Uno de ellos es el del policía Julio Emmed sobre el asesinato de siete personas: “En la Brigada nos esperaba el padre Christian Von Wernich, quien había hablado y bendecido a los ex subversivos. En el coche donde iba yo se encontraba el padre. Yo debía dar el golpe que adormecería a la persona, pero no logré desvanecer al joven y Giménez sacó la pistola reglamentaria. Cuando el NN vio el arma se precipitó contra ella y se entabló una lucha. Le descargué varios golpes en la cabeza con la culata de mi arma. Se produjeron varias heridas y sangró abundantemente, tanto que el cura, el chofer y los dos que íbamos al lado quedamos manchados. Se descendió a los tres cuerpos de los ex subversivos que en ese momento estaban vivos. Los tiraron a los tres sobre el pasto, el médico (Jorge Bergés) les aplicó dos inyecciones a cada uno, directamente en el corazón, con un líquido rojizo que era veneno. Fuimos a asearnos y cambiarnos de ropa porque estábamos manchados de sangre. El padre Von Wernich me habló de una forma especial por la impresión que me había causado lo ocurrido. Me dijo que lo que habíamos hecho era necesario, que era un acto patriótico y que Dios sabía que era para bien del país”.